El imperio de los espíritus

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Tradición: la fabricación de un pincel a partir de pelo de animal pasa por ocho etapas antes de llegar a las manos de un artista.

En las Montañas Amarillas de China solo reinan los vientos. Un paraíso y un escenario como sacados de Avatar: las Montañas de Huangshan al sureste de China nos sumen en la contemplación de un abrumador paisaje natural. Escenarios en los que el arte y la realidad se confunden.

Un pequeño funicular, uno de muchos, nos transporta desde la bulliciosa y poblada llanura que atraviesa el río Yangtsé hacia arriba, hasta el reino de los vientos. Conduce a los pasajeros entre profundas gargantas y pendientes cubiertas de densos bosques que, a contraluz, parecen pinturas chinas compuestas de luz y sombras. La cabina sube a excursionistas y turistas a una altitud de 1.300 metros. Con cada segundo nos acerca un poco más a la brillante luz del sol. El funicular es la conexión más cómoda entre el valle y la cumbre, y la garantía de que ningún visitante permanecerá más de lo deseado en el imperio de los espíritus. Pues la cadena de Huangshan, las Montañas Amarillas, es un escenario natural de una belleza eterna, pero desde hace miles de años también un lugar habitado por los espíritus. Es lo que cuenta la leyenda. Y lo que quieren los turistas. Una emoción inofensiva como atracción adicional.

Cuando se abre la puerta del funicular un viento helado se cuela en las chaquetas y el pelo de los pasajeros. Aquí en las alturas, el aire, siempre en movimiento, es maravillosamente claro y ligero. En su danza por las cumbres entona impresionantes cantos. Los habitantes del valle afirman que el encantamiento del lugar se debe a sus antepasados. Abajo, en el Yangtsé, es sabido que los espíritus buscan la libertad de las cumbres. Pero aquí arriba los turistas se dan rápidamente cuenta de que los pinos, los abetos, los ginkgos y las numerosas y abstrusas formaciones rocosas son los instrumentos con los que el viento orquesta su melodía. Los sonidos no son siempre armónicos. Un estridente aullido se convierte de repente en un leve murmullo, y el rumor constante de volumen oscilante se convierte en un firme silbido en un saliente rocoso. Unos pasos más adelante, un zumbido profundo domina el mundo sonoro de las Montañas Amarillas. Algunos místicos ingeniosos tienen una explicación sobrenatural para estos fenómenos naturales, pero también los agnósticos se sienten abrumados por esta experiencia acústica de la naturaleza.

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Una sinuosa cinta paralela a la autopista

Las Montañas Amarillas son un parque natural en la provincia de Anhui, al sureste de China. Abarcan 72 cumbres de más de 1.000 metros de altitud. El macizo denominado «Flor de Loto» es, con 1.864 metros, el punto más elevado. Este paisaje montañoso es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El parque, que ocupa 154 kilómetros cuadrados, está ubicado a solo cinco horas y media de coche de Shanghái. Al combinar un paraíso natural subtropical con la tradición china de la excursión, constituye un destino ideal para abandonar durante unos días la metrópolis.

El camino para llegar a las Montañas de Huangshan comienza en el distrito shanghaiano de Songjiang y continúa por la moderna autopista hacia el oeste. Si se prefiere un camino más idílico y dinámico, se puede optar por la carretera nacional paralela. El punto de partida de la excursión por el parque natural es la pequeña ciudad de Tangkou. Casi cada minuto parten autobuses en dirección a las Montañas Amarillas, hasta la estación inferior del funicular. Los que temen las vertiginosas alturas tienen la opción de hacer el camino a pie. Por veredas a veces empinadas, la marcha dura lo mismo que el trayecto desde Shanghái, unas seis horas.

60.000 escalones en la rocas

Una vez en la cumbre el visitante es recibido por una pintoresca mescolanza de naturaleza eterna y espectáculo colorido. La primera premisa allí no es la soledad, sino la comunidad. Acompañados por los sonidos del viento intensificados por la supuesta fuerza mística de los espíritus, los turistas prefieren hacer la visita en grupos. Todos los caminos están bien pavimentados y hay una gran afluencia de excursionistas. La invocada presencia de espíritus afines hace que los habitantes de la zona y los turistas quieran hacer accesible este mundo a todos, y en especial a las generaciones futuras. En el budismo, la creencia en la reencarnación tiene mucho peso, por ello el karma es muy importante, y quien hace algo bueno recibe una recompensa. Esta postura positiva refleja la armonía entre ser el humano y la naturaleza. Por este motivo entre las paredes rocosas y el laberinto de picos hay numerosos caminos, algunos a lo largo de escarpadas paredes, y gran cantidad de puentes y túneles, así como más de 60.000 escalones. Los senderos más antiguos de la montaña tienen más de 1.500 años. Al facilitar también la visita de niños y personas mayores, las Montañas Amarillas atraen cada año a cerca de 15 millones de personas.

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Geografía montañosa: el refugio de los espíritus resiste con fuerza al vertiginoso ritmo de la China moderna.

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Muchos visitantes pernoctan aquí en sencillos hoteles de montaña. Como los funiculares se usan exclusivamente para el transporte de visitantes, el suministro de los hoteles se realiza por la vía tradicional. Día tras día los cargadores suben y bajan por la montaña acarreando víveres, material de construcción y equipaje. En ocasiones también cargan a turistas cansados en unos asientos fijados con barras. Se dice que los campesinos del valle completan así sus ingresos. El rítmico ruido de las pisadas de docenas de cargadores se integra en el sibilante sonido del viento durante el ascenso.

Arriba, bajo un amplísimo cielo, la luz ofrece minuto a minuto un juego de colores en el mar de hojas y la superficie de las extrañas formaciones rocosas. Es sorprendente cómo constantemente se generan nuevas imágenes, siempre espectaculares. El panorama más impresionante se ofrece a la salida y a la puesta del sol, o cuando dramáticas formaciones nubosas anuncian tormenta. Es entonces cuando a uno le viene a la memoria la película Avatar, de James Cameron, con la montaña Aleluya. En medio del viento, no es difícil imaginarse a los ikran, las fabulosas criaturas voladoras que acompañan a la azul guerrera Neytiri, aleteando alrededor. Y, efectivamente, Cameron se inspiró en Huangshan a la hora de crear las montañas flotantes de Pandora. Sobre un mirador que lleva el nombre de «Donde el mono persigue al sol», nos parece estar frente a las montañas de Cameron. Y de hecho, un letrero recuerda al visitante la similitud entre ambos escenarios: las cumbres parecen flotar sobre las nubes como en un mar sin playa.

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Espectáculo de la naturaleza: a veces se presentan inamovibles, otras parecen nadar entre un mar de nubes, las Montañas Amarillas de Anhui.

Armonía con la naturaleza

Desde tiempos inmemorables la fuerza y la belleza del Yishan, como se llamaba la región montañosa hasta el año 747, inspiran la fantasía de los artistas. Los cronistas mencionan a Huangdi, el Emperador Amarillo, que habría vivido aquí hace más de 4.000 años. Huangdi es venerado por sus méritos en la medicina china. Desde que las montañas de Huangshan llevan su nombre, los buenos espíritus se habrían alojado en las cumbres. Este escenario también sirve de inspiración a los artistas chinos, que dirigen la mirada a las Montañas Amarillas para crear sus panoramas de finos trazos, según la tradición de la pintura clásica de paisajes.

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«Los motivos de las montañas de Huangshan cada vez gozan de más aceptación en la nueva y rauda China», comenta Yang Songyuan, un fabricante de pinceles muy valorado por los pintores del país por la calidad de su mercancía. Sus piezas artesanas están hechas de pelo de cabra o conejo. El pelo se fija en un tallo de bambú con una técnica tradicional. «10 pinceles al día», afirma Yang orgulloso. Y nos confiesa: «Tenemos clientes incluso en ultramar». El artista Li Zhigung nos cuenta que los motivos de animales, sobre todo de caballos, al estilo de los pintores de la dinastía Tang tienen una gran demanda en China entre las marcas de automóviles. «En cambio, los clientes privados prefieren los paisajes», y por tanto imágenes como las que se dan en las montañas de Huangshan.

Esta preferencia demuestra que el público, a pesar de grabar continuamente su vida en el smartphone, sigue manteniendo un estrecho vínculo con la naturaleza. Por ello, el «reino de los vientos» sobre un «mar sin playa» sigue siendo para muchos chinos el centro del mundo. Una inscripción en la estación del funicular anuncia que «quienes han visto los Montes Amarillos no necesitan ver más montañas».

Texto Jürgen Zöllter
Fotografía Peng Yuan

Un destino único

Las Montañas de Huangshan son uno de los destinos más importantes de China, sobre todo entre los mismos turistas chinos. En 1990 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO con el nombre Mount Huangshan. La mejor época del año para viajar es de abril a octubre. En abril florecen las flores y las hierbas. Más detalles: www.chinahighlights.com